sábado, 29 de diciembre de 2012

Despedida y vuelta a casa

Ya comentamos las anécdotas del viaje, como si fuera parte de nuestro pasado, nos despedimos de los amigos granadinos que conocimos en la última parte del viaje, y también de Alex y de Marta que han estado con nosotros desde el primer día.
Por la mañana vemos amanecer en el autobus que nos lleva al aeropuerto a las 6 de la mañana, con sueño facturamos las maletas, y tomamos un café ya en la zona de embarque.

Un simpático Papá Noel viene a despedirnos, para recordarnos que en España sigue la Navidad, y que llegaremos a tiempo de comer las uvas con la familia y empezar el año contando nuestras aventuras a los amigos.

Egipto, sin lugar a duda, ha merecido la pena, y aunque volvemos siendo más pobres, sus paisajes y sus gentes son ya parte de nuestra riqueza cultural.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Ultima noche en la ciudad del Cairo

Volvemos a cenar, al restaurante egipcio que probamos ayer, hoy tomamos un pastel de queso y más carne de pollo y de ternera de tipo kebab, esta vez la cerveza me la traigo de casa. 
Luces, mucho tráfico, ruido, y unos escaparates en los que no terminamos de encontrar que ponernos. Que dificíl lo tienen las mujeres aquí, que contraste con las rusas que se paseeaban ayer por la playa en bikini y mini shorts.
Un ciber-té para publicar nuestras últimas imágenes, y un café egipcio para fumarnos la penúltima pipa de agua, con las libras que nos quedan.
Que bien estamos, pero nos queremos ir a casa ya!


Último día en El Cairo – De la Ciudadela al barrio copto


 Esto se acaba y conscientes de que es nuestro último día, hemos quedado con nuestro guía taxi a las 9:30 de la mañana. Sabemos que nos queda mucho por ver, pero Adel, nuestro conductor tiene muy claro el mejor itinerario. Empezamos en la ciudadela, un recinto amurallado que incluye tres mezquitas y varios palacios, hoy convertidos en museos. Me he animado a salir con la silla periódico en lugar de la maltrecha silla de ruedas, y aunque al principio voy bien, enseguida tengo que parar y darle uso. La mezquita de alabastro, y la vista panorámica que tenemos desde aquí de la ciudad son lo más destacado, aunque nos “zampamos” también un museo militar lleno de estatuas de gobernantes y militares egipcios, que finaliza con una exposición al aire libre de carros de combate y aviones de guerra.
Acabada la visita, el taxi nos recoge y nos lleva a visitar las tumbas de la familia de Mohammad Ali, que tiene aquí enterradas a sus 5 mujeres y 30 hijos. Con tumbas de todos los tamaños, y diseños entre lo egipcio y lo turco.
Para completar la visita cultural llegamos al “barrio copto”, con la entrada franqueada por la policía y un control de seguridad, aquí podemos visitar unas sencillas iglesias cristianas, y la única sinagoga de la ciudad, yo aprovecho para “echar unas oraciones” cada vez que encuentro un banco de madera libre.
Impresionante la calle entera forrada de libros y fotografías que nos conduce  a la salida, y aprecio que estamos un poco más lejos del islam, al ver un pequeño quiosco que dice “cerveza con alcohol”. Consigo una lata fresquita por 10 libras, poco más de 1 €, y nos sentamos en un pequeño bar para comer algo, con un letrero en castellano que dice “BIENVENIDOA LA CAFETERIA”.

Una cena egipcia y fumando “sheesa” bajo la luna llena


Después del viaje llegamos al hotel, y aquí no tenemos cena. En el traslado nos ofrecieron cenar en el restaurante turístico, el mismo del primer día, pero no nos seduce la idea. Queremos saborear la noche egipcia, y salimos a la puerta del hotel para buscar un taxi que nos de una vuelta, y nos indique algún sitio asequible para cenar. La primera intención del taxista es llevarnos al mismo restaurante que nos había ofrecido el guía, pero no cuela. Se da cuenta que llevamos más de una semana en Egipto, y necesitamos algo más auténtico y al precio del país. Terminamos en un restaurante muy sencillo, que ofrece diferentes platos de carne, pollo y los típicos kebabs…
Después de cenar le pido que me lleve a comprar unas cervezas, sólo se consiguen en ciertas tiendas con licencia para vender alcohol, y en los hoteles a precio “europeo”. Consigo un par de latas por 3€, que es a lo máximo que se puede aspirar aquí…
Antes de volver al hotel preguntamos por los cafés egipcios en los que se fuma sheesa, y nos metemos por unas callejuelas sin asfaltar, que acaban en un barrio muy animado. Aquí el taxista se sienta con nosotros a tomar un té, en una terracita desde la que la luna se ve impresionante. Pedimos una de estas pipas de agua, con tabaco sabor limón, y lo pasamos bomba viendo como Saúl y Luna dan sus primeras caladas. 

La silla rota y regreso a la realidad egipcia

27 de diciembre:
Hurghada es un espejismo, un oasis en el desierto preparado para el turismo. Colonizado por los rusos y los ucranianos, que han visto en este lugar un perfecto lugar de inversión, donde escapar de los treinta grados bajo cero que padecen sus compatriotas menos afortunados. Aquí como en otros lugares del mundo, conviven la miseria con la opulencia, y del paraíso marino y los hoteles del “all included”  volvemos a El Cairo, una ciudad contaminada y masificada en poco más de una hora de vuelo.
Al salir del avión, una desagradable sorpresa, han roto la silla de ruedas. Nada grave pero el reposapiés está partido, y nos toca poner la oportuna reclamación. Luego un largo viaje con muchísimo tráfico, por carreteras sin acabar, cruzando  esta ciudad caótica para llegar a nuestro hotel cerca de las pirámides de Giza.

Mañana en la playa y volando en el disco acuático

27 de diciembre:
Hoy volvemos a El Cairo, pero no salimos hasta las 14:30, y así hemos aprovechado la mañana:
Nos hemos levantado Saúl y yo (Luna) cuando nos lo ha pedido el cuerpo. Mamá y Papá se habían levantado antes para que les diera tiempo a desayunar y Mamá nos ha traído el desayuno a la habitación.
Hemos terminado de preparar las maletas, de vestirnos y desayunar. En la playa, Saúl se ha tirado por unos toboganes que hay en la piscina y luego hemos ido directos al mar, donde enseguida viene un señor a ofrecernos montar en globo, y nos lo pensamos pero terminamos diciéndole que no. Nada mas irse viene otro ofreciéndonos montar en una especie de disco acuático.
Solo podíamos subir tres y la oferta nos había gustado, así que  le decimos que si y Mamá sube al barco que nos lleva, y desde ahí nos  hace fotos. Nos subimos y nos agarramos fuerte, sin contar con que papá no puede hacer mucha fuerza con el brazo izquierdo.  Enseguida empieza a ir más rápido y a Saúl y a mí eso nos gusta. Papá va pegando tantos botes que Saúl le tiene que coger de la pierna, aunque nos reíamos y cantábamos. Cuando bajamos nos dimos un baño y volvimos al hotel. En el hotel nos duchamos con prisas y nos fuimos a comer.
Después de comer estuvimos en el hall del hotel un rato con el ordenador, el móvil y la PS-vita, mientras esperábamos a que llegara el “mini bus” para ir al aeropuerto.  Cuando llegamos al aeropuerto, facturamos maletas y nos tomamos un café. Poco después viene el autobús que nos lleva al avión, nos subimos y vamos sujetando la silla de ruedas que se iba de un lado a otro. Ya en el avión tenemos un rato para escribir este trozo de nuestra historia.

jueves, 27 de diciembre de 2012

La actuación del fakir y los niños perdidos

26 de diciembre:
Despues de cenar, la noche no nos dió para mucho. Un fakir hacía un show, pero nos costó encontrar el lugar. Cuando encontramos el sitio, Saúl y Luna se habían ido con el grupo de españoles al karaoke, pero al ir a buscarlos ya no estaban allí.
Inma y yo estuvimos un rato viendo al fakir, que se tumbaba sobre clavos, pisaba cristales, e incluso animaba a una guapa jovencita rusa, a que le pisara mientras se clavaba los cristales...
¡Hay gente pa too!.
La cosa es que después del espectáculo los niños seguían sin aparecer, y después de recorrer el hotel de arriba a abajo, aparecieron por unas escaleras..., ellos también nos buscaban pero esto es tan grande, que te puedes perder...

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Buceando en el Mar Rojo

26 de diciembre:

Pocas experiencias recordaremos tanto, como los minutos que hemos pasado bajo las aguas del Mar Rojo, que como podréis ver es azul, turquesa y multicolor.


Por la mañana salimos a la aventura, hasta la primera parada de taxis. Que si dame 200 libras, que si 150, que si yo te llevo a un sitio de buceo, que si a estas horas ya no se puede (son casi las 11:00), que esto hay que reservarlo con antelación, que esto es muy caro…
Bueno ¡mira!, yo tengo 10 € para ir y volver a  Hurghada (estamos a unos 10 Km de la ciudad, tu llévanos allí, y ya busco yo donde bucear… -“Ok No problem. I help your familly for  diving”
Pues el taxista nos lleva a otro hotel, habla con sus contactos, estos con un centro de buceo, y allí que nos plantamos.
Otra negociación que no repetiré, y acabamos los 4 montados en un pedazo de barco con suelo de cristal para nosotros solitos, con un patrón-guía, que nos acompaña en la expedición.

  Tres horas de navegación y buceo con snorkling, porque la cosa no da para más. Luego las imágenes hablan por si solas. A mí sólo me falta una cervecita fría, pero es mucho pedir, y casi no la echo de menos. Agua fresquita y frutos secos, con algunos restos del desayuno, y nos alimentamos viendo peces de todos los colores, tamaños y formas, arrecifes de coral al alcance de la mano y este paisaje tan azul…




Cena in the Seafood Restaurant y Disco baile



25 de diciembre, Navidad

El restaurante de las cosas del mar, está separado del hotel, pero en el mismo complejo. Está incluido en el precio pero hay que hacer reserva previa. Por la mañana intentamos, pero ya no había sitio, hasta que me puse el traje de “Mariscos Recio”, y les hice ver que una mesita seguro que les quedaba. Fue un acierto, porque además de una variedad de pescado que no habíamos visto aún, tenían unos crustáceos, tipo nécoras, aunque más insípidos, que nos tuvieron entretenidos chupando patas.
Después del paseo de vuelta entrando y saliendo de las tiendecitas, llegamos al hotel, en el que estaban el resto de españoles que viajan con nosotros, Alex y Marta y 3 granadinos, que han venido aquí a descansar.
En la disco nos hicimos rápidamente con la pista de bailes, a ritmo de flamenco, waka-waka, y dale morena. Luego se fueron animando los rusos, sobre todo las rusas, que tienen colonizados estos complejos hoteleros, y que vienen con hambre de fiesta.

Finalmente Alex y Antonio se hicieron con los muñecos de nieve que adornan la entrada del hotel e improvisaron un show, que fue la sensación de la noche.

Mañana queremos por fin bucear en el Mar Rojo, aunque no sabemos bien donde, con quien, ni cuánto, pero todo se andará.

martes, 25 de diciembre de 2012

Safari motorizado en el desierto y otro paseo en camello



 


No hemos parado más de media hora para comer, y una furgoneta nos espera para llevarnos al desierto, que está a menos de 15 minutos de nuestro hotel. Allí un montón de QUADS y BOOGUIES permiten a los turistas adentrarse en el desierto, y nos ponemos las gafas y la palestina de regalo, y como si iniciásemos el Paris – Dakar seguimos a una hilera de vehículos. Inma y Luna delante, Saúl y yo detrás en un QUAD a toda máquina… 

Poco después dejamos los QUADS, y cogemos un BOOGUIE familiar, está vez nos perdemos en una parada, por intentar dejar conducir a Saúl, buscamos el rastro del grupo en solitario con nuestro “carro del desierto”, y al poco tiempo nos encuentra un guía montado en su QUAD. 



La aventura toca a su fin y nos conduce a un terrario, en el que además de una gran tortuga, vemos y tocamos alguna serpiente de tremendo tamaño…
Volvemos al hotel ya anocheciendo.