Después del viaje llegamos al hotel, y aquí no tenemos cena. En el traslado nos ofrecieron cenar en el restaurante turístico, el mismo del primer día, pero no nos seduce la idea. Queremos saborear la noche egipcia, y salimos a la puerta del hotel para buscar un taxi que nos de una vuelta, y nos indique algún sitio asequible para cenar. La primera intención del taxista es llevarnos al mismo restaurante que nos había ofrecido el guía, pero no cuela. Se da cuenta que llevamos más de una semana en Egipto, y necesitamos algo más auténtico y al precio del país. Terminamos en un restaurante muy sencillo, que ofrece diferentes platos de carne, pollo y los típicos kebabs…
Después de cenar le pido que me lleve a comprar unas
cervezas, sólo se consiguen en ciertas tiendas con licencia para vender
alcohol, y en los hoteles a precio “europeo”. Consigo un par de latas por 3€,
que es a lo máximo que se puede aspirar aquí…
Antes de volver al hotel preguntamos por los cafés egipcios
en los que se fuma sheesa, y nos metemos por unas callejuelas sin asfaltar, que
acaban en un barrio muy animado. Aquí el taxista se sienta con nosotros a tomar
un té, en una terracita desde la que la luna se ve impresionante. Pedimos una
de estas pipas de agua, con tabaco sabor limón, y lo pasamos bomba viendo como
Saúl y Luna dan sus primeras caladas.
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