domingo, 23 de diciembre de 2012

Navegando en Faluca por el río Nilo



Hoy era un día de transición. Nos levantamos pronto, para coger el avión que nos llevará a Aswan. Sólo una hora y media de vuelo, pero más de 3 de traslados y esperas en el aeropuerto.
 Llegamos a nuestro barco 5  estrellas a la hora de comer, y compartimos mesa con una familia mexicana. La comida es tipo buffet pero bastante decente. Las bebidas aparte para que no dejemos de soltar libras, pese a lo de “pensión completa”.


Sin tiempo para una siesta en nuestra imponente habitación, salimos a pasear para ver que podemos visitar. Una calesa de caballos nos ofrece ir hasta el puerto en el que salen las falucas (pequeñas embarcaciones a vela, que se manejan haciendo zig-zag por las aguas del Nilo). Negociado el precio de la travesía, nos proponen la visita a un poblado Nubio, con un paseo en camello, hasta una cima al borde del desierto. De vuelta a nuestra embarcación, y ya anocheciendo, nos queda una parada para visitar la casa del poblado Nubio en la que nos muestran los cocodrilos que tienen como “mascota”, nos los prestan para la foto, y nos venden un supuesto colmillo de la criatura. Luna se hace un tatuaje de Henna, y volvemos a la Faluca, que ya a golpe de remo nos cruza a la otra orilla del río. Allí nos espera el “amigo” Antonio con su calesa para devolvernos al barco a tiempo para la cena.
Una tarde que con el apoyo de la silla periódico me permite ver muchas cosas, sin andar demasiado. Igualmente la lumbalgia se resiente de tanto traqueteo.













Llegamos a la habitación  muy cansados, ponemos la tele y…¡Sorpresa! – Está jugando el Atletí en directo, en una cadena árabe con comentarios en inglés. Definitivamente la globalización nos está superando.

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